Todas las tardes del 14 de agosto de los últimos años la peña @nogaracalatayud ha sido mi casa. Aunque si no recuerdo mal allá por 2011 fue cuando la pisé por primera vez, durante los primeros años nunca estuve más de una hora porque por alguna razón que a día de hoy sigo sin saber quienes se encargaron de Tilllate hasta que cogí yo el mando en 2015 me decían que el acuerdo era de una hora en #ElCachirulo y una hora en la #Nogara y a mí… Ya sabéis que si no puedo compatibilizar un pueblo con otro si echo la noche la echo bien, para mí los horarios no existen mientras haya fiesta y buen rollo.⠀
Llegar a primera hora de la tarde con todo el solazo a la carpa para recibir a los nogareños antes de iniciar el recorrido hasta la plaza para mí siempre ha sido uno de los momentos más emotivos. Año tras año, conforme va acudiendo la gente, se van sucediendo las típicas conversaciones de “¿Qué tal te va?” con personas que únicamente veo esos 4 o 5 días de fiesta de los 365.
Unas veces me cuentan también su vida, sus pequeñas alegrías y sus penas, otras compruebo cómo van creciendo sus hijos, sus primos o sus sobrinos y me piden fotos que les hago pensando que algún día, cuando sean mayores, las conservarán en algún disco duro viejo y se seguirán acordando de mí como yo de ellos. Son pequeños instantes en los que algo inexplicable hace “clic” y pienso “otro año más trabajando como fotógrafo de fiestas, ojalá no me jubilara nunca”, y me vienen a la mente personas que ya no están.⠀
Y es que diez años dan para muchas anécdotas que no caben en estas líneas, tanto en el escenario como con algunos miembros de la peña, pues en todo este tiempo he conocido gente maravillosa. Y tocapelotas también. Pero la Nogara es una montaña rusa de sentimientos, desde el momento después del chupinazo cuando deseas “que pase San Roque cuanto antes porque me muero de calor y llevo la cabeza como un bombo entre bombos” hasta el cierre de la discomóvil cuando dices “¿Y ya se acaba? ¿Tan pronto?”.
Claro, que en 2011 también estuve en la peña El Cachirulo y eso fue espectacular. Una fiesta de Maxima FM que recuerdo como si hubiera sido ayer y en la que jamás me habría imaginado una carpa tan grande para una peña. Cientos de personas a las que fotografiar después de recorrer más de 1.000 kilómetros en un día y teniendo que trabajar al día siguiente de fiesta en fiesta fue uno de esos retos que cuando los superas te sientes más fuerte.
En 2010 me hice cargo de Maxima FM como locutor y tuve la oportunidad de hacer mis primeros pinitos como coordinador siendo consciente de que algo grande se había creado. Semejante responsabilidad me obligaba a estar pendiente de cualquier fiesta relacionada con la emisora que se hiciera en cualquier parte de España y teniendo a #Calatayud a poco más de 2 horas de mi casa en Alcañiz (Teruel) tenía que ir sí o sí. Así que tras las carrozas de no sé cuántos pueblos y los toros de fuego de #Caspe cogí el Renault 4 Latas de mi padre, ese que no superaba los 80 por hora, y emprendí el viaje hasta la #peña con el mapa de papel. ⠀
Lo confieso, probablemente fue el primer día de mi vida en el que recorrí más de 1.000 kilómetros de fiesta en fiesta y cuando iba por Zaragoza, pasadas las 2 de la madrugada, pensé en volver porque no sé qué coño hacía en medio de la autovía justamente en la mejor hora de la noche sabiendo que a las 5 debía volver para estar antes de las 8 en la radio con toda una jornada por delante sin dormir. Pero mereció la pena y los años siguientes no dudé en apuntarme a estar todas las noches que pudiera en El Cachirulo.⠀
Esta peña supuso para mí darme cuenta de la “conexión” existente entre #pueblos y #cuidades como #Zaragoza y #Teruel desde donde acudían autobuses enteros. Reencuentros con personas que un día conocí en un pub de #pueblo, luego vi en #Salou, después en una #discoteca maña y por arte de magia aparecían en medio de la #carpa. Para mí no hay #festival que supere el hecho de que a cada paso te reconozcan, te saluden, te abracen y te den las gracias por las #fotos.
Cuando volvía a casa, amaneciendo, pensé que siempre me querría dedicar a trabajar de fiesta, que si hasta 2011 había estado como DJ recorriendo un montón de pueblos esto de ser fotógrafo de eventos me permitía interactuar directamente con el público, hablar, coger sus números de teléfono o su Tuenti para seguir mantieniendo una relación que reactivar cada año…
Si todo hubiera sido tan bonito para siempre hoy sería feliz. Fue una lástima que la sociedad fuera cambiando poco a poco hasta ser más cerrada y un día arrasara con todo una pandemia mundial. Supongo que será cuestión de etapas y de saber sobreponerse a las dificultades, pero mis inicios en Calatayud no los cambio por nada.