Fiestas del Pilar 2006 en Zaragoza, una experiencia para vivirla

El pregón, cumplir un sueño sin darnos cuenta

Las 19:45 en el reloj. Llegué puntual a la cita con mi compañera de radio en la puerta del Ayuntamiento de Zaragoza. La Policía Local nos impidió el paso.

Enseñamos la acreditación de prensa en la que se leía “Pilar ’06” y en letra pequeña “Acceso sin restricciones”. Tras unos minutos de espera subimos las escaleras del edificio hasta llegar a una sala donde se entregaban unas medallas de las que no teníamos ni idea.

Nuestro objetivo: hablar con Amaral antes o después del pregón. Lograr que el micrófono integrado de nuestro walkman recogiera un “soy Eva Amaral y yo Juan Aguirre y queremos mandar un saludo para Onda Expansiva, tu radio”. Pero sabíamos que iba a ser muy complicado, alguien nos dijo que imposible hasta que terminara el acto.

Dos novatos con ilusión se plantaron en el balcón del Ayuntamiento y fue una de las sensaciones más espectaculares que he vivido.

Los empujones y la lucha por los trozos de barandilla entre periodistas de renombre y ricachones “amigos de” abriéndose camino sin ningún tipo de respeto ni compasión por quienes estaban trabajando.

El silbido ensordecedor de miles de personas al salir el alcalde.

El jaleo abrumador con las primeras palabras de Eva a escasos metros.

Los aplausos que provocaban que el suelo vibrara bajo nuestros pies.

El “¡Viva la virgen del Pilar!” con su estallido de alegría a continuación.

La “ola de la Expo” gigante desde la Fuente de la Hispanidad hasta la plaza de La Seo.

El estruendo de los fuegos artificiales sobre nuestras cabezas antes del espectáculo piromusical “La Expo somos todos”.

No hay palabras para describir lo que se siente cuando vives el inicio de las Fiestas del Pilar de Zaragoza desde arriba.

Tan solo conseguimos un “hola” y dos besos de Amaral, pero fue una experiencia inolvidable.

Quién me iba a decir a mí que tiempo después sin pretenderlo iba a trabajar en el videoclip de “Perdóname”, la canción principal del álbum “Gato negro, dragón rojo” que fue premiado como mejor disco del año 2009.

Ojalá nunca hubiera perdido la inocencia. Ojalá el ocio nocturno se valorara como en aquellos Pilares en los que un chaval de pueblo sin título quiso ser periodista.

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Una raya de coca a punto de terminar con mi carrera

¡Me echaron del backstage por una raya de cocaína! En las Fiestas del Pilar del 2006 viví un constante aprendizaje. Había probado los escenarios de pueblos en los que actuaban orquestas cuando me invitaban a subir por pasarles midis vía e-mail. Incluso había tenido mis primeras experiencias como DJ. Pero tratar con grandes artistas era otro nivel.

Gracias a mi acreditación de prensa pude acceder al foso de todos los conciertos para hacer fotos y entrevistar a quienes aceptaban responder a un humilde chaval que tenía un programa de radio propio en una emisora local. Probablemente no llegaría ni a los 1.000 oyentes de media, pero tenía el valor de ponerme frente a un micrófono a opinar sobre el nuevo disco de tal grupo o el concierto de tal banda. Con eso me conformaba.

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Rosana en concierto
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Detrás del escenario
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Concierto de Loquillo

Estar al lado de Rosana, Álex Ubago, Ariel Prat, Loquillo, Green Apples o Big Sur (ver fotos) supuso un logro para mí. Pero noche tras noche no entendía por qué sus mánagers o representantes me impedían llegar hasta ellos. Tan solo viví de principio a fin, tras el decorado, la actuación de Dios Salve a la Reina, el gran show de Queen que todo el mundo me había recomendado (lo reconozco, para mí ‘queen’ solo significaba ‘reina’ en inglés).

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Dios Salve a la Reina
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Green Apples en concierto
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Amaia Montero

Aprendí que no existe un carnet de fotógrafo, uno de periodista o uno de técnico y ni siquiera un papel donde te hagan firmar para que te comprometas a respetar al artista, a publicar las mejores fotos donde salga bien o a redactar los artículos lo mejor que puedas sin tergiversar la realidad o inventarte mentiras.

Aprendí que haber entrevistado a Estopa, El canto del loco, Andy y Lucas, Elefantes, Lengua Secreta, Iguana Tango y hasta haber salido de fiesta con Pereza por el casco de Zaragoza haciendo bromas con Rubén Pozo sobre que el verdadero nombre de Leiva era José Miguel Conejo… No servía como experiencia para acercarte a cualquiera que estuviera en la lista de Los 40 Principales y hacerle una pregunta sobre su música.

Aprendí que ser joven suponía tener que esforzarse mil veces más para que te tuvieran en cuenta entre profesionales y no tan profesionales de cualquier sector. Que podías tener talento y méritos de sobra para estar en un lugar pero el currículum solo servía para enviarlo a las empresas de trabajo temporal.

Aprendí que ser “familia de” o “amigo de” era lo más importante para estar en la zona VIP comiendo y bebiendo gratis hasta reventar para luego pasarse por el forro todas las normas establecidas y molestar a todos los profesionales del espectáculo que hubiera alrededor hasta abordar al cantante de turno para hacerse una foto y presumir.

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Ariel Prat
Álex Ubago
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Big Sur

Y aprendí que ir hacia Amaia Montero para felicitarle por su nuevo disco justo en el preciso momento en el que tenía una raya encima de la mesa del camerino (no sé si para ella o para su amigo) podía hacer estallar las alarmas hasta el punto de que el personal de seguridad se abalanzara sobre mí para echarme del backstage. ¡Menudo bochorno! Solo faltó que me pusieran las esposas como a un delincuente.

La Avenida Latina, de DJ a reportero

¡Quería comerme el mundo! Durante el verano del 2006 impartí mi primer curso de radio en la Casa de Juventud Oliver de Zaragoza. Sí, el mismo en el que un año antes había estado como alumno y con un temario propio revisado por el mismísimo departamento de comunicación del Ayuntamiento. ¡Hoy me parece increíble!

Aplicar eso de que “las palabras tienen colores y sabores” que estudiaba en las clases de fonética en la universidad hizo que mi carrera como locutor despegara rápidamente, que me dieran un programa propio en Onda Expansiva FM y ser uno de los elegidos para cubrir las Fiestas del Pilar con acreditación de prensa.

Por otra parte, en junio mi bautizo como DJ de bodas fue un auténtico fracaso porque nadie me había enseñado a interpretar la “psicología de pista”. Pero me sirvió para que el jefe de una empresa de espectáculos me diera la oportunidad de participar en la AVENIDA LATINA, un desfile de trailers que recorrerían las principales calles con animación hasta terminar en la fiesta de Maxima FM del Paseo Independencia.

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La noche del 12 de octubre cumplí un sueño. Subir al escenario con mi walkman para grabar el saludo de @elgallodelos40, @jessegarcia y @wallylopez y sentirme el tipo más observado del planeta cuando Dani Moreno pidió a las más de 100.000 personas que levantaran las manos para hacer una foto con mi supercámara de 3 megapíxeles fue algo inolvidable.

Lo cierto es que esa cinta de casette con los audios de la noche se reutilizó en la emisora y tan solo conservo un puñado de fotos (si las que te muestro aquí son las mejores imagínate el resto). Jamás hubiera pensado que iba a trabajar de fotógrafo profesional cuando lo mío era poner música y escribir crónicas de conciertos.

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Wally López
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Dani Moreno
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Jesse García

Jugar a ser periodista hizo que esa noche se fijaran en mí varios mandamases que al año siguiente me darían la oportunidad de ser técnico de sonido de Maná, Fito & Fitipaldis, Andrés Calamaro, Violadores del Verso, Mägo de Oz, Mötorhead, Tote King… ¡Incluso de los Rolling Stones, Shakira y el regreso de Héroes del Silencio! Hasta que no me lesioné montando un escenario en la Feria de Muestras no paré. Me sobraba la energía y la ilusión. Otro día cuento batallitas.

Conocer artistas de calle para contar sus vidas

Los espectáculos de calle me fascinaban. Hasta que llegué a Zaragoza jamás había visto algo similar más allá de algún teatro de marionetas para niños o alguna representación medieval.

Ya en 2005 con mi primera acreditación de prensa para las Fiestas del Pilar me quedaba horas enteras viendo a Barjot, el escapista que actuaba en las inmediaciones de la Calle Alfonso liberándose de una cuerda mientras contaba chistes. Y también estuve entrevistándole a él y a unos cuantos grupos para Onda Expansiva, la emisora de radio en la que comencé a participar con un programa de tertulia llamado El Ágora en el que tratábamos todo tipo de temas que pudieran interesar a los jóvenes. Pero yendo con un carrete de 24 fotos en la cámara había que pensarse mucho eso de disparar.

Fue en 2006 cuando disfruté realmente de los shows en la calle, conocí grandes personas cuyo trabajo itinerante las hacía muy peculiares. Me contaron anécdotas increíbles que les habían ocurrido en sus viajes por el mundo. Parece que ningún medio de comunicación se fijaba en ellos, pero mi walkman y yo gastamos tres cintas de casette de 60 minutos durante los días de Pilares.

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Nuevamente, en el aspecto de lo social experimenté un aprendizaje continuo. Aprendí que ser joven suponía tener que esforzarse mil veces más para que te tuvieran en cuenta entre profesionales y no tan profesionales de cualquier sector. Que podías tener talento y méritos de sobra para estar en un lugar pero el currículum solo servía para enviarlo a las empresas de trabajo temporal.

Aprendí que ser “familia de” o “amigo de” era lo más importante para estar en la zona VIP de un concierto comiendo y bebiendo gratis hasta reventar para luego pasarse por el forro todas las normas establecidas y molestar a todos los profesionales del espectáculo que hubiera alrededor. Y algunos hasta se atrevían a abordar al cantante de turno para hacerse una foto y presumir.

Y también aprendí que ser payaso, bailarín, cómico, malabarista, acróbata, trapecista, titiritero o músico callejero es muy duro y, al igual que en mi trabajo, la motivación incansable de provocar una sonrisa de gratitud superaba cualquier obstáculo económico para actuar.

La pirotecnia en imágenes, el gran reto

¿Te imaginas diablos de fuego en la Plaza del Pilar y en el Paseo Independencia de Zaragoza? No te lo imagines, míralo en estas fotos de Os Diaples D’a Uerba y la compañía Coscorrón en las Fiestas del Pilar de 2006.

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Para mí fue todo un reto. No fui consciente de la mierda de cámara que tenía hasta esa noche. Es una pesadilla de fotógrafo que se repite: en el momento piensas que has hecho unas fotazas dignas de exposición pero cuando llegas a casa y las descargas en el ordenador te dan ganas de enviar a la papelera la carpeta entera.

“Yo estaba acreditado como prensa para la radio”. Esa fue mi excusa ante la imposibilidad de publicar un álbum en la primitiva web de la emisora. Estas fotos que ves aquí son prácticamente las únicas que se salvaron de la criba. Y orgulloso estoy eh, pero después de tantos años he vuelto a verlas todas y me pregunto en qué coño estaba pensando cuando pretendí ir subiéndolas al Fotolog una a una durante todo un mes con frases épicas del tipo “este es el fuego de tu mirada, y yo la magia que prenderá tu llama”.

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Efectivamente. Por las dudas, nadie me había explicado qué era la velocidad ni la apertura en una cámara de fotos. Yo veía números en la pantalla y los iba cambiando conforme salían mejores resultados. La cámara era del Ayuntamiento y en la mía de carrete no se veía nada por el agujerito del visor. Encima llevaba los negativos a imprimir a Foticos y me entregaban imágenes convertidas en arte puro, con alguna mancha por ahí pero eran gloria bendita dignas de decorar el manto de la Virgen del Pilar. Pocas flores me echaba para la técnica que tenía precisamente haciendo fotos a ramos de flores entre mujeres vestidas de baturra con trajes históricos y baturros bailando jotas en un festival.

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Los Pilares de 2006 fueron como un máster para mí. Y retratar el fuego, las chispas y las bengalas que tantas veces había visto de pequeño se me resistieron hasta que meses después, en un curso de operador de cámara de televisión, me explicaron los conceptos básicos para ser un camarógrafo profesional. Y por aquel entonces el título era de videógrafo y operador de cámara para trabajar de auxiliar, nada de filmmaker ni photographer para estar en el backstage como crew staff.

El camión, el escenario, el sonido, el público

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Sí, es la foto de un camión. Pero no cualquier camión, es el primer camión-escenario que vi en mi vida. Lo más modero y súper mega guay que llegaba en 2006 a las Fiestas del Pilar de Zaragoza procedente de un país lejano.

Y las otras fotos son de la mesa de sonido, la de iluminación y la de realización de un par de conciertos. No subo más porque se ve muy poco entre la oscuridad de mis 3 megapíxeles, pero para mí estas fotos tenían mucho más valor que otras que pudiera hacer. El rato que no estaba haciendo fotos o recogiendo audios para la radio estaba detrás de los técnicos viendo lo que hacían porque no podía permitirme pagar un curso de los que se estudiaban para estar en su lugar. Quería ser técnico de audiovisuales y recorrer España para hacer feliz a la gente.

Llegar a Zaragoza sin conocer nada ni a nadie después de haber sufrido bullyng en el colegio y más tarde en el instituto provocó que padeciera una excesiva timidez. Me daba vergüenza todo, era incapaz de mirar a las personas cuando les hablaba. Y estar a los mandos de una mesa independientemente que fuera de sonido, de luces o de vídeo me hacía sentir bien y superar mis miedos.

Supongo que tienes que vivirlo para sentirlo y saber lo que es no tener amigos y que, de repente, una persona te dé las gracias por tu trabajo o te abrace sin conocerte de nada. Para mí tener la capacidad de expresar algo que provoque felicidad en los demás era una sensación profunda que me llenaba. Desde niño había sido DJ reconocido a nivel municipal dando mal al vecindario con la minicadena a todo volumen desde el balcón de mi casa. Y trasladar eso a un escenario era lo mejor que me podía pasar.

Por aquellos años no existía Tilllate en España y por supuesto muy pocos se imaginaban que existiera la figura del fotógrafo de fiestas en otros países cuando nadie se podía permitir llevar una cámara réflex por la calle. De móviles ni hablamos, precisamente yo me compré uno de 1,3 megapíxeles a todo color con mi primer sueldo de DJ y eso era peor que poner el ojo en la mirilla de la puerta.

Así que para mí ver las caras de alegría del público siendo el encargado de subir un fader o apretar un botón y que los focos cambiaran de color o empezaran a girar significaba pertenecer al mundo de lo festivo, al show, al espectáculo.

Hoy, con la experiencia de cientos de noches participando en la fiesta de una forma o de otra sigo pensando lo mismo. Quiero creer que seguiré transmitiendo felicidad y que seguiré participando en eso que llamo “sentir el placer de hacer feliz a la gente”.