Gaia: un recuerdo, una profecía

Primera parte de Gaia.

El espectáculo del iceberg en Expo Zaragoza 2008 pretendía dar un toque de atención sobre la responsabilidad del hombre en la situación actual del planeta y sobre su necesaria implicación para dar un giro decisivo a un panorama futuro que se prevé desolador.

¿Y si la pandemia del coronavirus es una señal de la Madre Tierra para que paremos el mundo y nos demos cuenta de cómo lo está maltratando el ser humano? Quizás fuera cierta la hipótesis Gaia de James Loverlock.

Este químico escribió en 1969 que la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un sistema donde la vida, su componente característico, se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, la composición química y o la salinidad en el caso de los océanos, de tal manera que se comportaría como un sistema autorregulado que tendería al equilibrio.

¿Y si eso está ocurriendo ahora? Yo creo que nadie tiene la respuesta, lo que está claro es que poner el planeta en pause ha servido para reducir la contaminación incluso más de un 90% en algunas zonas, para que otros seres vivos se hayan abierto camino en territorios que antiguamente les pertenecían donde ahora hay civilización o para que la naturaleza se haya abierto paso en lugares conquistados por el ser humano.

Segunda parte de Gaia.

ACTUALIZACIÓN 2021: como curiosidad y por si te sirve de lección con este vídeo aprendí que el esfuerzo no sirve de nada en redes si no inviertes dinero en publicidad. Estuve cerca de un mes preparando estas dos partes con la música original del espectáculo que quienes estuvimos allí la recordaremos siempre, buscando información, recopilando datos… Para que luego apenas vieran el resultado un centenar de personas.

Todo listo y perfectamente calculado, hasta la hora de la publicación, para remover sentimientos y alcanzar el éxito pero… Nada. Tan solo un par de personas me escribieron para decirme que se les habían puesto los ojos llorosos con el escalofrío de ver de nuevo el iceberg. Probablemente no serían las únicas, pero es tan cierta la frase esa de tener un reloj de oro en un trastero en lugar de comprar un escaparate en pleno centro de la ciudad… En fin. No cometas mi error.