Instrucciones para superar el impacto de un vaso de cristal en la cámara de un fotógrafo

No es muy habitual pero suele sucederme, al menos 8 o 10 veces al año, que algún cubata volador caiga sobre mí, que alguna litrona lanzada al aire me dé o que algún borracho graciosillo haga como que tropieza conmigo y derrame el líquido sobre mi cámara.

Si la llevo protegida no me preocupa tanto; me basta con examinar a conciencia los agujeros de la funda para comprobar hasta qué punto puede haber ocasionado desperfectos. El problema es que si estos hechos suceden en un lugar donde no te lo esperas y no llevas ningún tipo de protección los males son dramáticos.

En la penúltima ocasión y una de las más graves sucedió que, casualidades de la vida, me encontré con una chica que hacía tiempo que no veía y durante la conversación previa a la foto desde mi lado izquierdo, no sé de qué manera ni por qué, un vaso impactó sobre el objetivo de mi cámara. En ese momento la tenía a la altura del pecho y rajó los dos anillos del zoom del objetivo a la vez que partió el anillo de enfoque.

Como alguna vez me lo han preguntado te voy a contar lo que hice para que si te pasa algo similar, estés de fiesta o trabajando en ella, veas que lo importante en todo momento es actuar con rapidez y tener un ‘kit de emergencia’ preparado para hipotéticos casos como este. Y sobre todo el control emocional, algo de lo que carecen la mayoría de las personas y que puede desencadenar problemas mayores.

1.

Al ver que el vaso ha impactado sobre la cámara o el líquido ha caído sobre ella estés haciendo lo que estés haciendo debes mirar hacia la dirección de donde ha venido y analizar la situación y las interacciones anteriores para descubrir al presunto culpable. En esta penúltima ocasión no pude ver directamente al chaval que lanzó el vaso porque varios tíos gigantes se pusieron en los 3 o 4 metros de distancia que había entre él y yo.

Únicamente vi que el personal de seguridad acudía hacia el sitio exacto y no averigüé si hubo una pelea y el vaso me cayó a mí por casualidad o fue algo intencionado (desde el cambio de la sociedad allá por 2016 que te mencioné hace unos meses suele ser lo segundo).

2.

No ir a por quien haya lanzado el vaso. Violencia 0. Sé que la reacción automática es girarse para cagarse en la madre que parió al individuo y pedirle explicaciones. Pero seguramente irá con amigos igual o incluso más tontos que él, así que la más mínima disputa puede acabar en una tragedia mayor porque en su carácter primitivo va impresa la agresividad.

Lo correcto es fichar al personaje y acudir al miembro de seguridad más cercano para tomar las medidas oportunas. Si no hay seguridad estás jodido, asúmelo. Y si el daño ha sido desmesurado llama a la policía para poner una denuncia sin perder de vista al culpable porque si lo pierdes te tocará esperar en la puerta hasta que salga.

3.

Apagar la cámara. Cualquier problema eléctrico puede provocar un cortocircuito y daños irreparables.

4.

Si estás hablando con alguien que te importa mínimamente dependerá de la gravedad del incidente el seguir la conversación o no. En este caso yo continué hablando porque vi que el personal de seguridad acudía al sitio y no me di cuenta de la envergadura de lo que había ocurrido.

En todo momento mantuve la calma aunque por dentro estuviera maldiciendo al susodicho, pero lo peor que puedes hacer es que alguien te vea alterado por una circunstancia que puede ocurrir y que forma parte de la lista de riesgos laborales que no está escrita en ningún sitio. (Y que nadie te va a pagar, claro).

5.

No te preocupes por la ropa. Seguramente te hayan manchado la ropa o incluso estés empapado de arriba a abajo pero eso es lo de menos. Si eres fotógrafo como yo preocúpate de la cámara porque la ropa se puede lavar pero el equipo no.

6.

Lleva un par de pañuelos de papel en los bolsillos. Tan pronto como puedas sácate uno y seca la cámara. Los primeros segundos son fundamentales, debes impedir que el mal sea mayor. Por ejemplo, si el líquido ha caído sobre la parte superior debes girar la cámara para que no penetre en el interior, ya sea en los botones o en los anillos del objetivo.

7.

Ten siempre en la mochila un ‘kit de emergencia’. En mi caso siempre llevo un paquete de pañuelos de papel y líquido para limpiar la lente. Lo primero de todo es secar la cámara. Para ello no dudes en esmerarte incluso desmontando el objetivo. Cualquier resto que quede en las hendiduras puede significar la pérdida de la pieza por oxidación o dificultar la limpieza del servicio técnico si la bebida que se ha derramado tiene azúcares.

A día de hoy todo mi equipo, tanto cámaras como objetivos, tienen heridas de guerra por este motivo, botones que están apegados y anillos que van tan duros que si hace mucho frío ni siquiera se pueden deslizar. Si tienes dinero no hagas esto. Yo, no puedo permitirme gastar billetes de 100 cada vez que tengo un percance, así que sigo adelante como puedo.

8.

Tras secar todo comprobar que la cámara se enciende. Lo mejor sería esperar al día siguiente para encenderla pero si tienes que continuar el reportaje no te queda otra.

9.

Probar los parámetros básicos: funcionamiento de zoom, enfoque, disparo, etc. Y limpiar la lente. Yo siempre llevo un filtro para proteger el objetivo y me ha salvado muchas veces ya no de rayar el objetivo sino de perderlo para siempre.

10.

Si todo funciona bien continuar haciendo fotos como si no hubiera ocurrido nada. O lo que dirían algunos: el anticonsejo. Este es uno de los aspectos donde se demuestra la profesionalidad de un fotógrafo. Suelo decir que ocurra lo que te ocurra la gente no debe notarlo y este es el control emocional al que me refería antes. Yo esta penúltima vez volví a salir a la pista para seguir haciendo mi trabajo con los dos anillos del zoom rajados y el anillo de enfoque partido.

No me las quiero dar de ‘superpoderoso’ o como se quiera llamar, más bien me demostré a mí mismo que podía hacer fotos enfocando manualmente, ya que quienes trabajamos en eventos sabemos que el enfoque automático es nuestro aliado porque es imposible calcular distancias cuando una foto la haces con la persona a un metro, la siguiente a metro y 70 centímetros y la otra a metro y medio. La preocupación por las consecuencias del impacto de un vaso sobre mi objetivo iba por dentro, pero nadie notó nada excepto las personas a las que se lo conté, siempre hay que tratar a la gente con una sonrisa.